¿FUNCIONAN REALMENTE LOS SINDICATOS EN MEXICO?

Víctor Manuel Salas Rebolledo



Hasta antes del fenómeno de Revolución Industrial en el S. XVIII, resultaba imposible hablar sobre los derechos del trabajador en el mundo, aludirlo así en aquellos tiempos, era lo mismo que leer en voz alta la obra Utopía eran, más que visiones incansables y sueños lejanos sobre la justicia laboral en una década en donde el auge del capitalismo declinaba hacia el inhumano exceso de jornadas que iban de las 14 hasta las 16 horas de trabajo diario para la clase proletaria.

Los orígenes del sindicalismo fueron por lo tanto, una respuesta a las necesidades sociales y no tenían mas fin que el de la protección de la clase trabajadora, de un empleo digno, de un salario justo, de hacer frente a los excesos de aquella burguesía que solo velaba por el auge de un capitalismo que exigía el mayor incremento de producción posible sin importar ni existir derecho laboral alguno. En ningún momento de la historia original europea del sindicalismo podríamos decir que nace como un vano paliativo social, tampoco encontraremos en aquellas páginas algún nexo o vínculo que relacione a los sindicatos como medida de control hegemónico del gobierno sobre la sociedad, ya no digamos la presencia de partidos políticos en los mismo, porque de haber nacido así, entonces en cualquier país del mundo no tendría sentido ni utilidad algunas cualquier organización sindical que respondiera primero a demandas de orden corporativo que a los reclamos sociales.

Desgraciadamente, en México el sindicalismo nace de forma totalmente opuesta a lo antes dicho, no surge como un verdadero reclamo social, sino como la ambición de entablar el mayor control social sobre grupos masivos a través de ese famoso corporativismo mexicano con el que tomaron auge las asociaciones sindicales, es por eso que hablar de la realidad sindical es hasta la fecha de manera muy lamentable, un completo y estricto tabú, en el que todos podemos apreciar una clara realidad que nadie demanda abiertamente; me refiero a que en efecto, los sindicatos mexicanos no funcionan con efectividad en su mayoría y ya en el extremo de los casos, entorpecieron por mucho tiempo el proceso de democratización nacional. No quiero decir de ninguna manera que los sindicatos deberían limitarse o extinguirse en el país porque a la fecha existen organizaciones sindicales respetables que si luchan por los valores originales, esto debe aclararse de modo enfático, sino que debemos ser capaces de confrontar esa verdad que se presenta como un sector al que hay que sacar adelante y que se debe renovar porque peligra y dificulta el proceso de transición que sigue hoy la nación. Es triste descubrir que en un alto porcentaje de estas organizaciones, se encuentran por lo regular una jauría de dinosaurios a los que retienen en un cargo conformista para ejercer el control de cliques y nodos de poder que frecuentaron los jefes del maximato a todo lo largo y ancho de la historia de ese antiguo presidencialismo mexicano. Esto ha provocado en su mayoría, que al vincularse de modo forzoso el vínculo sindicato-partido de gobierno (o expartido de gobierno), se logre un peligroso control social que no obedece a más intereses que los que aquel PRI (y esto vamos a comenzar por decirlo claramente) designara para la clase sindical, por eso no es extraño escuchar a mucho docentes quejarse de que en sus sindicatos no les proporcionan soluciones reales, al igual que el sector obrero al que muy frecuentemente se le forzaba a afiliarse al PRI para poder trabajar ¿No es un derecho laboral el poder trabajar sin previas medidas de coacción electoral? ¿Obedecen a demandas sociales aquellas organizaciones que limitan a un trabajador la posibilidad de decidir el rumbo que seguiría México? ¿A quien atiende preferentemente un sindicato a un humilde jornalero o a los prominentes lideres sindicales que siguen maleando y entorpeciendo el progreso nacional?

En síntesis y como medidas de soluciones reales, lo que en México debemos hacer para eficientar el trabajo de defensa a los derechos laborales y crear lo que en setenta años no fue capaz de hacer el PRI, es democratizar la labor sindical, no coartarla ni destinarla como paliativo social, sino sanearlo desde sus raíces para que realmente sirva a la clase trabajadora. Es sin duda una tarea difícil, pues detrás de estas agrupaciones se encuentran un sin fin de corruptelas y politiquerías, pero hasta el camino más largo comienza con un solo paso, de modo tal que la actual administración del presidente Fox deberá demostrar que sí es capaz de comenzar dando ese primer paso cortando tajantemente toda relación sindical con alguna agrupación política, llámese PRI o llámese PRI dado que es el único partido que hegemonizó la labor sindical.

La importancia de abordar este tema tan basto y controvertido, es que si verdaderamente vamos a entablar una transición democrática, no comencemos pues, por declararnos avestruces y cerrar los ojos a este grave vicio que venimos arrastrando durante décadas y del que se vienen sirviendo miles de funcionarios corruptos para servir a sus meros intereses, y que sirva la presente como llamado social para hacer juntos conciencia, sociedad y gobierno, para decir que si existe un severo problema que muy curiosamente lo sabe Latinoamérica y lo calla México.

Publicado en: Diario de Xalapa, 13 de Noviembre de 2001

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